Desde ahí nos han ido influyendo en nuestro comportamiento, unas veces a sabiendas y otras veces sin darnos ni cuenta.
No sabía un amigo lo que iba a calar en mí una pequeña historia casera que contó hace tiempo y que de vez en cuando recuerdo y me sirve para reconsiderar alguna situación.
El llegó a casa de sus padres y vio que su madre necesitaba un arreglo en una lámpara. Rápidamente se subió en una escalera y fue pidiendo lo que necesitaba a su madre.
Cuando regresó su padre lo encontró ahí arriba.
“¡Qué estás haciendo!”. El y su madre se preocuparon.
“¡Mamá me ha pedido que lo repare!” dijo con la esperanza de no quedar implicado.
“¡Pero este trabajo no se hace así: ya os lo había dicho, estas cosas se estudian antes y no se improvisan…! ¡Quítate de ahí! ¡Baja y déjame sitio!”.
Y fue el inicio de una discusión. El padre hablaba de sus intentos para arreglar la lámpara y de que el hijo no podría conseguirlo así nada más llegar, sin conocer los intríngulis.
Precisamente el hijo estaba a punto de conseguirlo pues había entendido lo que ocurría.
Pero ¿Qué hacer? ¿Terminar con el trabajo por encima de las protestas de su padre?

Cambió el método: “¿Con que tú dices que es mejor probar con aquella tuerca?”, preguntó haciéndose el despistado.
“¡Pues claro!” contestó el padre buscando entre las herramientas lo que se iba a necesitar dando al traste con lo que estaba haciendo su hijo que seguía al pie de la letra las instrucciones.
El hijo se daba cuenta de que estaba haciendo un buen negocio. Si había pretendido ofrecer una ayuda, ahora cada vez que recibía una instrucción era una más…y otra…y otra. Se había superado con creces.
Ver la situación desde ese punto de vista a mí me pareció genial. Porque saber entender en un momento dado la necesidad del otro es más que simplemente respeto. Es hilar más fino y demuestra madurez. Cuando no se trata de algo importante podemos dar nuestro brazo a torcer perfectamente. Y ese perfectamente incluye: sin que se note.
Me quedé con la idea: renunciar a la propia idea por por el bien del otro, por un bien mayor.