Tenemos a mi suegro grave sin solución, esta cuaresma está
pasando un verdadero vía crucis.
Para todos, pero sobre todo para su mujer y sus hijos, es un
encuentro con la Cruz. Por este motivo últimamente todo lo centramos en el tema de su enfermedad. Hay
tantas consideraciones que hacerse respecto a cómo actuar y a cómo afrontarlo.
Por nuestra fe sabemos que todo lo que hagamos por un
hermano a Cristo mismo lo hacemos. Y en el hermano enfermo que sufre encontramos
a Jesús crucificado al que podemos amar y consolar.
Humanamente, ¿cómo debemos afrontar la muerte?
Hace tiempo, el nacimiento y la muerte se rodeaban de un
ritual que compartían familiares y
allegados. Actualmente queremos hacer desaparecer la muerte del horizonte. Y la
mayor parte de las veces se quiere ocultar al enfermo su estado considerando
que lo mejor es que el final nos llegue sin que nos demos cuenta.
Y la necesidad de expresar nuestro dolor y luto por un ser
querido hoy está casi prohibido. Yo recuerdo cuando murió mi padre qué poco
pude expresarme ya que todo el mundo esperaba de mí que pasado el funeral lo
dejara atrás sin más tristeza.
No podemos dejar de llorar una pérdida, y me consuela que
Jesús así también lo hiciera sintiendo con nosotros, con lo puramente humano.
Siempre me acuerdo del pasaje del evangelio en que Jesús lloró
por la muerte de su amigo Lázaro y le resucitó. Y otros milagros que realizó
conmovido ante el dolor del que perdía un ser querido. Porque Jesús nos
comprende y comparte nuestros sentimientos.
Pero el verdadero consuelo y fuerza nos viene por Cristo
resucitado.
Ponemos toda
nuestra esperanza en Jesús de Nazaret, Dios mismo que se hizo hombre y
por lo tanto mortal. Vino a darnos
esperanza y la certeza de que detrás del sufrimiento está la resurrección y la
Vida.
Con la fe descubrimos una nueva dimensión de la existencia,
todo cambia su significado y vemos cada circunstancia de la vida, también el
dolor, como medio y ocasión que nos ayude a avanzar hacia la verdadera Vida.
Tenemos que ver la enfermedad como prueba para alcanzar la
cima, la muerte como un paso a la vida.
Si dejamos que lo divino penetre en lo humano podemos pensar
que para Dios es como la alegría de
esperar el nacimiento de un hijo para encontrarse por fin con él y poder
mostrarle todo su amor.
Así nos será menos difícil anunciar la gravedad de la situación. Siempre con tacto, quizá de manera escalonada. Porque es un derecho vivir la muerte de forma consciente.
Rogad para que todos los que pasamos por momentos familiares difíciles tengamos la fuerza de vivirlo como ocasión de acercarnos a Cristo en la cruz. Para que se cuide a los enfermos terminales con amor, respeto y humanidad, evitando en lo posible el dolor, acompañando y dando la oportunidad de recordar todo lo compartido. Para que se tenga en cuenta que se debe favorecer el ambiente familiar, o lo más parecido al de casa, asumiendo este misterio humano con la debida asistencia religiosa.
Así nos será menos difícil anunciar la gravedad de la situación. Siempre con tacto, quizá de manera escalonada. Porque es un derecho vivir la muerte de forma consciente.
Rogad para que todos los que pasamos por momentos familiares difíciles tengamos la fuerza de vivirlo como ocasión de acercarnos a Cristo en la cruz. Para que se cuide a los enfermos terminales con amor, respeto y humanidad, evitando en lo posible el dolor, acompañando y dando la oportunidad de recordar todo lo compartido. Para que se tenga en cuenta que se debe favorecer el ambiente familiar, o lo más parecido al de casa, asumiendo este misterio humano con la debida asistencia religiosa.